Daily Star and Herald - Wednesday, May 29, 1895
This report was originally published in Spanish. Machine translations may be available in other languages.
PROCESO ESCANDALOSO
Los pulcros, los severísimos ingleses en asuntos de etiqueta y de educación, y en cuestiones de moral, suélennos sorprender de vez en cuando con alguno de esos escándalos cuya resonancia atraviesa mares y t¡erras, éxtendiéndose por el universo mundo con asombro de los nacidos.
Los pulcros, los severísimos ingleses en asuntos de etiqueta y de educación, y en cuestiones de moral, suélennos sorprender de vez en cuando con alguno de esos escándalos cuya resonancia atraviesa mares y t¡erras, éxtendiéndose por el universo mundo con asombro de los nacidos.
Los pulcros, los severísimos ingleses en asuntos de etiqueta y de educación, y en cuestiones de moral, suélennos sorprender de vez en cuando con alguno de esos escándalos cuya resonancia atraviesa mares y t¡erras, éxtendiéndose por el universo mundo con asombro de los nacidos.
Todavía no se han apagado los ecos de aquella celebérrima campaña del Pall Mall Gazette, que tantas inmundicias puso al descubierto, y que todo el mundo recuerda, cuando la crónica de la alta sociedad londonense y la de los tribunales nos ofrecen otra lamentable muestra de la corrupción de las altas clases en la "morigerada" Inglaterra.
Todavía no se han apagado los ecos de aquella celebérrima campaña del Pall Mall Gazette, que tantas inmundicias puso al descubierto, y que todo el mundo recuerda, cuando la crónica de la alta sociedad londonense y la de los tribunales nos ofrecen otra lamentable muestra de la corrupción de las altas clases en la «morigerada» Inglaterra.
Todavía no se han apagado los ecos de aquella celebérrima campaña del Pall Mall Gazette, que tantas inmundicias puso al descubierto, y que todo el mundo recuerda, cuando la crónica de la alta sociedad londonense y la de los tribunales nos ofrecen otra lamentable muestra de la corrupción de las altas clases en la "morigerada" Inglaterra.
Por ser el suceso de los que ya ha divulgado el telégrafo y dado á conocer toda la prensa, seria inútil ocultar sus principales detalles. En globo los hemos de referir, passando como sobre áscuas al tropezar con los más repugnantes, que para formarse idea del grado de envilecimiento á que han llegado algunos de los que en tal proceso aparecen envueltos, no hace falta tampoco abondar demasiado.
Por ser el suceso de los que ya ha divulgado el telégrafo y dado á conocer toda la prensa, seria inútil ocultar sus principales detalles. En globo los hemos de referir, passando como sobre áscuas al tropezar con los más repugnantes, que para formarse idea del grado de envilecimiento á que han llegado algunos de los que en tal proceso aparecen envueltos, no hace falta tampoco abondar demasiado.
Por ser el suceso de los que ya ha divulgado el telégrafo y dado á conocer toda la prensa, seria inútil ocultar sus principales detalles. En globo los hemos de referir, passando como sobre áscuas al tropezar con los más repugnantes, que para formarse idea del grado de envilecimiento á que han llegado algunos de los que en tal proceso aparecen envueltos, no hace falta tampoco abondar demasiado.
El principal personaje de est proceso, el que lo inició como acusador y ahora aparece convertido en acusado, es el autor dramático y poeta inglés, Oscar Wilde.
El principal personaje de est proceso, el que lo inició como acusador y ahora aparece convertido en acusado, es el autor dramático y poeta inglés, Oscar Wilde.
El principal personaje de est proceso, el que lo inició como acusador y ahora aparece convertido en acusado, es el autor dramático y poeta inglés, Oscar Wilde.
He aquí de qué manera se entabló la querella:
Al entrar Oscar Wilde en su club el 28 de Febrero ultimo, recibió una tarjeta que para él había dejado el Marqués de Queensberry, y en la cual éste último había escrito algunas frases insultantes, acusando á Mr. Wilde de entregarse á vicios deshonrosos.
Al entrar Oscar Wilde en su club el 28 de Febrero ultimo, recibió una tarjeta que para él había dejado el marqués de Queensberry, y en la cual éste último había escrito algunas frases insultantes, acusando á Mr. Wilde de entregarse á vicios deshonrosos.
Al entrar Oscar Wilde en su club el 28 de Febrero ultimo, recibió una tarjeta que para él había dejado el Marqués de Queensberry, y en la cual éste último había escrito algunas frases insultantes, acusando á Mr. Wilde de entregarse á vicios deshonrosos.
Al entrar Oscar Wilde en su Club el 28 de Febrero último, recibió una tarjeta que para él había dejado el marqués de Queensberry, y en la cual este último había escrito algunas frases insultantes, acusando á Mr. Wilde de entregarse á vicios deshonrosos.
Oscar Wilde se querelló, y esta querella dió lugar al proceso escandaloso, cuya primera parte ha terminado con el veredicio de inculpabilidad dado á favor del Marqués.
Oscar Wilde se querelló, y esta querella dió lugar al proceso escandaloso, cuya primera parte ha terminado con el veredicio de inculpabilidad dado á favor del marqués.
Oscar Wilde se querelló, y esta querella dió lugar al proceso escandaloso, cuya primera parte ha terminado con el veredicio de inculpabilidad dado á favor del Marqués.
Oscar Wilde se querelló, y esta querella dió lugar al proceso escandaloso, cuya primera parte ha terminado con el veredicto de inculpabilidad dado á favor del marqués.
Ya se vió, desde la primera sesión, que Oscar Wilde, no obstante contar en su apoyo con el concurso de sir Edward Clarke, uno de los primeros abogados del foro inglés, se convertía de acusador en acusado.
Ya se vió, desde la primera sesión, que Oscar Wilde, no obstante contar en su apoyo con el concurso de sir Edward Clarke, uno de los primeros abogados del foro inglés, se convertía de acusador en acusado.
Ya se vió, desde la primera sesión, que Oscar Wilde, no obstante contar en su apoyo con el concurso de sir Edward Clarke, uno de los primeros abogados del foro inglés, se convertía de acusador en acusado.
Ya se vió desde la primera sesión que Oscar Wilde, no obstante contar en su apoyo con el concurso de sir Edward Clarke, uno de los primeros abogados del ioro inglés, se convertía de acusador en acusado.
En efecto; los testimonios acumulados por la defensa de Lord Queensberry son de tal naturaleza, que han puesto perfectamente en claro que Oscar Wilde viene, desde hace tiempo, entregado á vicios repugnantes, y que uno de los compañeros que con él vivía en intimidad vergonzosa era el joven lord Alfred Douglas, hijo menor del Marqués de Queensberry.
En efecto; los testimonios acumulados por la defensa de lord Queensberry son de tal naturaleza, que han puesto perfectamente en claro que Oscar Wilde viene, desde hace tiempo, entregado á vicios repugnantes, y que uno de los compañeros que con él vivía en intimidad vergonzosa era el joven lord Alfred Douglas, hijo menor del marqués de Queensberry.
En efecto; los testimonios acumulados por la defensa de Lord Queensberry son de tal naturaleza, que han puesto perfectamente en claro que Oscar Wilde viene, desde hace tiempo, entregado á vicios repugnantes, y que uno de los compañeros que con él vivía en intimidad vergonzosa era el joven lord Alfred Douglas, hijo menor del Marqués de Queensberry.
En efecto; los testimonios acumulados por la defensa de lord Queensberry son de tal naturaleza, que han puesto perfectamente en claro que Oscar Wilde viene, desde hace tiempo, éntregado á vicíos repugnantes, y que uno de los compañeros que con él vivía en intimidad vergonzosa era el joven lord Alfred Douglas, hijo menos del marqués de Queensberry.
El natural deseo del desgraciado padre de apartar á su hijo de la amistad de Oscar Wilde ha sido causa de que, después de varias tentativas infructuosas para lograrlo, se haya decidido á insultarlo públicamente, con deliberado propósito de que bien ante los tribunales ódo otro modo, se supiera lo que ocurría.
El natural deseo del desgraciado padre de apartar á su hijo de la amistad de Oscar Wilde ha sido causa de que, después de varias tentativas infructuosas para lograrlo, se haya decidido á insultarlo públicamente, con deliberado propósito de que bien ante los tribunales ódo otro modo, se supiera lo que ocurría.
El natural deseo del desgraciado padre de apartar á su hijo de la amistad de Oscar Wilde ha sido causa de que, después de varias tentativas infructuosas para lograrlo, se haya decidido á insultarlo públicamente, con deliberado propósito de que bien ante los tribunales ódo otro modo, se supiera lo que ocurría.
El natural deseo del desgraciado padre de apartar á su hijo de la amistad de Oscar Wilde ha sido causa de que, después de varias tentativas infructuosas para lograrlo, se haya decidido á insultarlo públicamente, con deliberado propósito de que, bien ante los tribunales, ó de otro modo, se supiera lo que ocurría.
El interrogatorio de Wilde, llevado á cabo en la primera sesión por Mr. Carson, abogado del marqués, puso los hechos en claro.
El interrogatorio de Wilde, llevado á cabo en la primera sesión por Mr. Carson, abogado del marqués, puso los hechos en claro.
El interrogatorio de Wilde, llevado á cabo en la primera sesión por Mr. Carson, abogado del marqués, puso los hechos en claro.
El interrogatorio de Wilde, llevado á cabo en la primera sesión por Mr. Carson, abogado del marqués, puso los hechos en claro.
Según la ley inglesa, los testigos son sucesivamente interrogados por los abogados de las dos partes. El juez solo puedo hacer preguntas suplementarias para ilustrar completamente el punto que es objeto del interrogatorio.
Según la ley inglesa, los testigos son sucesivamente interrogados por los abogados de las dos partes. El juez solo puedo hacer preguntas suplementarias para ilustrar completamente el punto que es objeto del interrogatorio.
Según la ley inglesa, los testigos son sucesivamente interrogados por los abogados de las dos partes. El juez solo puedo hacer preguntas suplementarias para ilustrar completamente el punto que es objeto del interrogatorio.
Según la ley inglesa, les testigos son sucesivamente interrogados por los abogados de las dos partes. El juez sólo puede hacer preguntas suplementarias para ilustrar completamente el punto que es objeto del interrogatorio.
La misión del abogado de Queensberry, llevada á cabo con hab¡lidad consumada, corsistió en ordenar sus preguntas de modo que el propio Wilde, que entonces comparecia como testigo, pusiera de manifiesto, al contestarlas, los hechos de que se le acusa.
La misión del abogado de Queensberry, llevada á cabo con hab¡lidad consumada, corsistió en ordenar sus preguntas de modo que el propio Wilde, que entonces comparecia como testigo, pusiera de manifiesto, al contestarlas, los hechos de que se le acusa.
La misión del abogado de Queensberry, llevada á cabo con hab¡lidad consumada, corsistió en ordenar sus preguntas de modo que el propio Wilde, que entonces comparecia como testigo, pusiera de manifiesto, al contestarlas, los hechos de que se le acusa.
La misión del abogado de Oueensberry, llevada á cabo con habilidad consumada, consistió en ordenar sus preguntas de modo que el propio Wilde, que entonces comparecía como testigo, pusiera de manifiesto, al contestarlas, los hechos de que se le acusa.
Esta especio de combate singular, en que la astucia y la cautela tienen parle tan importante, terminó con un triunfo completo para el abogado del Marqués.
Esta especio de combate singular, en que la astucia y la cautela tienen parle tan importante, terminó con un triunfo completo para el abogado del marqués.
Esta especio de combate singular, en que la astucia y la cautela tienen parle tan importante, terminó con un triunfo completo para el abogado del Marqués.
Esta especie de combate singular, en que la astucia y la cautela tienen parte tan importante, terminó con un triunfo completo para el abogado del marqués.
Las repugnantes ideas sustentadas por Oscar Wilde en alguna de sus obras, como Dorian Grey; su colaboración en una revista titulada el Camaleón, en la cual también escribia lord Alfredo Douglas; el análisis de un cuento publicado en esta revista con el título de El Sacerdote y el Acólito, en el cual se trata de vicios vergonzosos: algunas cartas de Wilde al joven lord, cartas capaces de ruborizar al hombre más pervertido, y por último, la larga lista de los jóvenes amigos y protegidos del escritor, la mayor parte de posición muy humilde, criados sin colocación, y hasta un vendedor de periódicos, poro todos de dieciséis á veinte años; esta repugnante enumeració acentuada de vez en cuando por tal cual cínica respuesta de Wilde, demostraron sin dejar lugar á duda, un estado social lleno de podredumbre, en el cual tiene el triste privilegio de figurar en primer términe el conocido escritor británíco.
Las repugnantes ideas sustentadas por Oscar Wilde en alguna de sus obras, como Dorian Grey; su colaboración en una revista titulada el Camaleón, en la cual también escribia lord Alfredo Douglas; el análisis de un cuento publicado en esta revista con el título de El sacerdote y el acólito, en el cual se trata de vicios vergonzosos: algunas cartas de Wilde al joven lord, cartas capaces de ruborizar al hombre más pervertido, y por último, la larga lista de los jóvenes amigos y protegidos del escritor, la mayor parte de posición muy humilde, criados sin colocación, y hasta un vendedor de periódicos, poro todos de dieciséis á veinte años; esta repugnante enumeració acentuada de vez en cuando por tal cual cínica respuesta de Wilde, demostraron sin dejar lugar á duda, un estado social lleno de podredumbre, en el cual tiene el triste privilegio de figurar en primer términe el conocido escritor británíco.
Las repugnantes ideas sustentadas por Oscar Wilde en alguna de sus obras, como Dorian Grey; su colaboración en una revista titulada el Camaleón, en la cual también escribia lord Alfredo Douglas; el análisis de un cuento publicado en esta revista con el título de El Sacerdote y el Acólito, en el cual se trata de vicios vergonzosos: algunas cartas de Wilde al joven lord, cartas capaces de ruborizar al hombre más pervertido, y por último, la larga lista de los jóvenes amigos y protegidos del escritor, la mayor parte de posición muy humilde, criados sin colocación, y hasta un vendedor de periódicos, poro todos de dieciséis á veinte años; esta repugnante enumeració acentuada de vez en cuando por tal cual cínica respuesta de Wilde, demostraron sin dejar lugar á duda, un estado social lleno de podredumbre, en el cual tiene el triste privilegio de figurar en primer términe el conocido escritor británíco.
Las repugnantes ideas sustentadas por Oscar Wilde en alguna de sus obras, como Dorian Grey; su colaboración en una revista titulada el Camaleón, en la cual también escribía lord Alfredo Douglas; el análisis de un cuento publicado en esta revista con el título de El sacerdote y el acólito, en el cual se trata de vicios vergonzosos; algunas cartas de Wilde al joven lord, cartas capaces de ruborizar al hombre más pervertido, y por último, la larga lista de los jóvenes amigos y protegidos del escritor, la mayor parte de posición muy humilde, criados sin colocación, y hasta un vendedor de periódicos, pero todos de dieciseis á veinte años; esta repugnante enumeración, acentuada de vez en cuando por tal cual cínica respuesta de Wilde, demostraron, sin dejar lugar á duda, un estado social lleno de podredumbre, en el cual tiene el triste privilegio de figurar en primer término el conocido escritor británico.
En la segunda sesión, el abogado de Wilde, sir Edward Clarke, leyó una carta de Marqués de Queensberry á su suegro, en la cual hay dos alusiones á Lord Rosebery que si bien no son muy lisonjeras, en nada se relacionan con la causa que motiva el proceso.
En la segunda sesión, el abogado de Wilde, sir Edward Clarke, leyó una carta de marqués de Queensberry á su suegro, en la cual hay dos alusiones á lord Rosebery que si bien no son muy lisonjeras, en nada se relacionan con la causa que motiva el proceso.
En la segunda sesión, el abogado de Wilde, sir Edward Clarke, leyó una carta de Marqués de Queensberry á su suegro, en la cual hay dos alusiones á Lord Rosebery que si bien no son muy lisonjeras, en nada se relacionan con la causa que motiva el proceso.
El noble Marqués, que no se para en pelillos cuando coge la pluma, no sólo hable con gran desconsideración de Rosebery sino también del gran anciano, de Mr. Gladstone, y sin que nada le contenga, hasta de la propia reina.
El noble marqués, que no se para en pelillos cuando coge la pluma, no sólo hable con gran desconsideración de Rosebery sino también del gran anciano, de Mr. Gladstone, y sin que nada le contenga, hasta de la propia reina.
El noble Marqués, que no se para en pelillos cuando coge la pluma, no sólo hable con gran desconsideración de Rosebery sino también del gran anciano, de Mr. Gladstone, y sin que nada le contenga, hasta de la propia reina.
A consecuencia de la lectura de esta carta dijeron algunos corresponsales de periódicos que Lord Rosebery aparecía complicado en el proceso; pero el abogado del marqués explicó luego que la malquerencia de su cliente al Primer Ministro, debía se únicamente á causas politicas.
A consecuencia de la lectura de esta carta dijeron algunos corresponsales de periódicos que lord Rosebery aparecía complicado en el proceso; pero el abogado del marqués explicó luego que la malquerencia de su cliente al primer ministro, debía se únicamente á causas politicas.
A consecuencia de la lectura de esta carta dijeron algunos corresponsales de periódicos que Lord Rosebery aparecía complicado en el proceso; pero el abogado del marqués explicó luego que la malquerencia de su cliente al Primer Ministro, debía se únicamente á causas politicas.
Sir Edward Clarke leyó, además, otras cartas del Marqués de Queensberry á su hijo, cartas dictadas por la indignación y la vergúenza que le producía la conducta de éste.
Sir Edward Clarke leyó, además, otras cartas del marqués de Queensberry á su hijo, cartas dictadas por la indignación y la vergúenza que le producía la conducta de éste.
Sir Edward Clarke leyó, además, otras cartas del Marqués de Queensberry á su hijo, cartas dictadas por la indignación y la vergúenza que le producía la conducta de éste.
El joven Lord Alfred contesta á estas cartas, ya en telegramas insultantes, ya con tarjetas postales, en las que dice á su padre, para que todo el mundo pueda leerlo, que él es dueño de sus acciones y que se prosontará en público con Oscar Wilde ó con quien le parezca; y que si su padre intenta maltratarle, como le ha amenaza de, debe tener entendido que él lleva siempre un revólver cargado para rechazar la agresión. "El día que usted falte - dice - pocas personas le echarán de menos."
El joven lord Alfred contesta á estas cartas, ya en telegramas insultantes, ya con tarjetas postales, en las que dice á su padre, para que todo el mundo pueda leerlo, que él es dueño de sus acciones y que se prosontará en público con Oscar Wilde ó con quien le parezca; y que si su padre intenta maltratarle, como le ha amenaza de, debe tener entendido que él lleva siempre un revólver cargado para rechazar la agresión. «El día que usted falte - dice - pocas personas le echarán de menos.»
El joven Lord Alfred contesta á estas cartas, ya en telegramas insultantes, ya con tarjetas postales, en las que dice á su padre, para que todo el mundo pueda leerlo, que él es dueño de sus acciones y que se prosontará en público con Oscar Wilde ó con quien le parezca; y que si su padre intenta maltratarle, como le ha amenaza de, debe tener entendido que él lleva siempre un revólver cargado para rechazar la agresión. "El día que usted falte - dice - pocas personas le echarán de menos."
Mientras el abogado lee esta carta, el marqués tiene la vista fija en un ángule de la sala, donde se vé un joven rubio delgado, de aspecto delicado, que trati de sustraerse á las miradas del aristócrata. Aquel joven no es otro que el propio Lord Alfred, á quien el justamente irritado marqués denomina en sus cartas el llaman de hijo mío...
Mientras el abogado lee esta carta, el marqués tiene la vista fija en un ángule de la sala, donde se vé un joven rubio delgado, de aspecto delicado, que trati de sustraerse á las miradas del aristócrata. Aquel joven no es otro que el propio lord Alfred, á quien el justamente irritado marqués denomina en sus cartas el llaman de hijo mío...
Mientras el abogado lee esta carta, el marqués tiene la vista fija en un ángule de la sala, donde se vé un joven rubio delgado, de aspecto delicado, que trati de sustraerse á las miradas del aristócrata. Aquel joven no es otro que el propio Lord Alfred, á quien el justamente irritado marqués denomina en sus cartas el llaman de hijo mío...
El final del proceso fué verdaderamente teatral.
El abogado del Marqués reanudó su de fensa diciendo que, en vista de que los jurados no se daban por convencidos con los hechos citados y reconocidos por Oscar Wilde, había hecho venir algunos de los jóvenes cómplices del escritor, que sole aguardaban la venia del tribunal para prestar declaración.
El abogado del marqués reanudó su de fensa diciendo que, en vista de que los jurados no se daban por convencidos con los hechos citados y reconocidos por Oscar Wilde, había hecho venir algunos de los jóvenes cómplices del escritor, que sole aguardaban la venia del tribunal para prestar declaración.
El abogado del Marqués reanudó su de fensa diciendo que, en vista de que los jurados no se daban por convencidos con los hechos citados y reconocidos por Oscar Wilde, había hecho venir algunos de los jóvenes cómplices del escritor, que sole aguardaban la venia del tribunal para prestar declaración.
El abogado del marqués reanudó su defensa diciendo que, en vista de que los jurados no se daban por convencidos con los hechos citados y reconocidos por Oscar Wilde, había hecho venir algunos de los jóvenes cómplices del escritor, que sólo aguardaban la venia del tribunal para prestar declaración.
Entonces sir Edward Clarke, el abogado de Wilde, se levantó, y con voz trémula declaró en nombre de su cliente que retiraba la querella, y que reconocía ser cierta las imputaciones injuriosas de que aqué había sido objeto.
Entonces sir Edward Clarke, el abogado de Wilde, se levantó, y con voz trémula declaró en nombre de su cliente que retiraba la querella, y que reconocía ser cierta las imputaciones injuriosas de que aqué había sido objeto.
Entonces sir Edward Clarke, el abogado de Wilde, se levantó, y con voz trémula declaró en nombre de su cliente que retiraba la querella, y que reconocía ser cierta las imputaciones injuriosas de que aqué había sido objeto.
Entonces sir Edward Clarke, el abogado de Wilde, se levantó, y con voz trémula declaró en nombre de su cliente que retiraba la querella, y que reconocía ser ciertas las imputaciones injuriosas de que aquél había sido objeto.
Acto seguido y previa la aceptación de Mr. Carson, el Jurado dictó veredicto de inculpabilidad en favor del marqués, que en el momento fué puesto en libertad.
Acto seguido y previa la aceptación de Mr. Carson, el Jurado dictó veredicto de inculpabilidad en favor del marqués, que en el momento fué puesto en libertad.
Acto seguido y previa la aceptación de Mr. Carson, el Jurado dictó veredicto de inculpabilidad en favor del marqués, que en el momento fué puesto en libertad.
Acto seguido y previa la aceptación de Mr. Carson, el Jurado dietó veredicto de inculpabilidad en favor del marqués, que en el momento fué puesto en libertad.
Entonces, y cuando todo se creía terminado, el procurador del marqués envía una acusación en regla contra Wilde al ministerio fiscal, includendole las declaracionec prestadas ante el tribunal.
Entonces, y cuando todo se creía terminado, el procurador del marqués envía una acusación en regla contra Wilde al ministerio fiscal, includendole las declaracionec prestadas ante el tribunal.
Entonces, y cuando todo se creía terminado, el procurador del marqués envía una acusación en regla contra Wilde al ministerio fiscal, includendole las declaracionec prestadas ante el tribunal.
Entonces, y cuando todo se creía terminado, el procurador del marqués envía una acusación en regla contra Wilde al ministerio fiscal, incluyéndole las declaraciones prestadas ante el Tribunal.
En tanto Oscar Wilde, que habla ido 4h la tarde al Cadogan Hotel, en Sloan Steet, era deteinde á las seis de la tarde.
En tanto Oscar Wilde, que habla ido 4h la tarde al Cadogan Hotel, en Sloan Steet, era deteinde á las seis de la tarde.
En tanto Oscar Wilde, que habla ido 4h la tarde al Cadogan Hotel, en Sloan Steet, era deteinde á las seis de la tarde.
Los dos detectives encargados de prenderle, le encontraron en compañia de los does hijos del Marqués, Lord Douglas de Hawick (el Mayor desde la muerte del Vizconde Drumlanrig), y Lord Alfred.
Los dos detectives encargados de prenderle, le encontraron en compañia de los does hijos del Marqués, Lord Douglas de Hawick (el Mayor desde la muerte del Vizconde Drumlanrig), y Lord Alfred.
Los dos detectives encargados de prenderle, le encontraron en compañia de los does hijos del Marqués, Lord Douglas de Hawick (el Mayor desde la muerte del Vizconde Drumlanrig), y Lord Alfred.
Mr. Wilde estaba tendido en una chaise longue fumando. Cuando uno de los agentes le explicó el objeto de su visita, preguntó que á donde la iban á llevar.
Mr. Wilde estaba tendido en una chaise longue fumando. Cuando uno de los agentes le explicó el objeto de su visita, preguntó que á donde la iban á llevar.
Mr. Wilde estaba tendido en una chaise longue fumando. Cuando uno de los agentes le explicó el objeto de su visita, preguntó que á donde la iban á llevar.
- A Scotland Yard.
- ¿Estaré encerrado toda la noche?
- Sí.
- ¿Podré salir bajo fianza?
- No puedo contestarle
á usted.
- ¿Podré fumar?
- Nosotros no lo sabemos.
- A Scotland Yard.
- ¿Estaré encerrado toda la noche?
- Sí.
- ¿Podré salir bajo fianza?
- No puedo contestarle á usted.
- ¿Podré fumar?
- Nosotros no lo sabemos.
- A Scotland Yard.
- ¿Estaré encerrado toda la noche?
- Sí.
- ¿Podré salir bajo fianza?
- No puedo contestarle á usted.
- ¿Podré fumar?
- Nosotros no lo sabemos.
Lord Alfred ofreció una fuerte fianza, pero no fué oceptada, como ya dijo el telégrafo.
Lord Alfred ofreció una fuerte fianza, pero no fué oceptada, como ya dijo el telégrafo.
Lord Alfred ofreció una fuerte fianza, pero no fué oceptada, como ya dijo el telégrafo.
El crimen de que Mr. Wilde habrá de responder viene en la escala penal inglesa immediatemente después del asesinato.
El crimen de que Mr. Wilde habrá de responder viene en la escala penal inglesa immediatemente después del asesinato.
El crimen de que Mr. Wilde habrá de responder viene en la escala penal inglesa immediatemente después del asesinato.
El crimen contfa naturaleza de que mister Wilde habrá de responder, viene en la escala penal inglesa inmediatamente después del asesinato.
Si se prueba su culpabilidad podrá ser condenado á penas que varían entre diez años de prisión ó cadena perpetua. Si sólo se declara reo de comato del mismo delito, la pena varía entre diez años como máximum y tres como mínimum de prisión.
Si se prueba su culpabilidad podrá ser condenado á penas que varían entre diez años de prisión ó cadena perpetua. Si sólo se declara reo de comato del mismo delito, la pena varía entre diez años como máximum y tres como mínimum de prisión.
Si se prueba su culpabilidad podrá ser condenado á penas que varían entre diez años de prisión ó cadena perpetua. Si sólo se declara reo de comato del mismo delito, la pena varía entre diez años como máximum y tres como mínimum de prisión.
Los directores de Teatros de Londres donde se representan actualmente obras de Oscar Wilde, Un marido ideal, en el Teatro de Haymarket, y la Importancia de ser serio, en Saint James, han retirado su nombre de los carteles.
Los directores de Teatros de Londres donde se representan actualmente obras de Oscar Wilde, Un marido ideal, en el Teatro de Haymarket, y la Importancia de ser serio, en Saint James, han retirado su nombre de los carteles.
Los directores de Teatros de Londres donde se representan actualmente obras de Oscar Wilde, Un marido ideal, en el Teatro de Haymarket, y la Importancia de ser serio, en Saint James, han retirado su nombre de los carteles.
Los directores de teatros de Londres donde se representan actualmente obras de Oscar Wilde, Un marido ideal, en el teatro de Haymarket, y la Importancia de ser serio, en Saint James, han retirado su nombre de los carteles.
Aunque parezca mentira, Oscar Wilde está casado [...] 1884 con la hija de un rico banquero, de la cual tiene dos hijos.
Aunque parezca mentira, Oscar Wilde está casado 1884 con la hija de un rico banquero, de la cual tiene dos hijos.
Aunque parezca mentira, Oscar Wilde está casado [...] 1884 con la hija de un rico banquero, de la cual tiene dos hijos.
Aunque parezca mentira. Osear Wilde está casado desde 1834 con la hija de un rico banquero, de la cual tiene dos hijos.
Como literato ha alcanzado grandes éxitos, sobre todo en la escena. Pero hay que convenir en que ninguna de sus obras literarias le dará tanta celebridad como la que ha conseguido con este proceso.
Como literato ha alcanzado grandes éxitos, sobre todo en la escena. Pero hay que convenir en que ninguna de sus obras literarias le dará tanta celebridad como la que ha conseguido con este proceso.
Como literato ha alcanzado grandes éxitos, sobre todo en la escena. Pero hay que convenir en que ninguna de sus obras literarias le dará tanta celebridad como la que ha conseguido con este proceso.
Como literato ha alcanzado grandes éxitos, sobre todo en la escena. Pero hay que convenir en que ninguna de sus obras literarias le dará tanta celebridad como la que ha conseguido con este proceso.
SCANDALOUS PROCESS
The neat, the very severe English in matters of etiquette and education, and in matters of morality, tend to surprise us from time to time with one of those scandals whose resonance crosses seas and lands, spreading throughout the universe world to the amazement of those born.
The echoes of that famous Pall Mall Gazette campaign, which exposed so much filth, and which everyone remembers, have not yet died out, when the chronicle of London's high society and that of the courts offer us another unfortunate sample of the corruption of the upper classes in "tempered" England.
Since this is one of those events that has already been reported by the telegraph and made known to all the press, it would be useless to hide its main details. We have to refer to them in a balloon, passing as if on embers when encountering the most repugnant, that to form an idea of the degree of debasement to which some of those who appear involved in such a process have reached, it is not necessary to go too far either.
The main character in this trial, the one who started it as the accuser and now appears as the accused, is the English playwright and poet, Oscar Wilde.
Here is how the lawsuit was filed:
When Oscar Wilde entered his club last February 28, he received a card left for him by the Marquess of Queensberry, and on which the latter had written some insulting phrases, accusing Mr. Wilde of indulging in dishonorable vices.
Oscar Wilde sued, and this lawsuit gave rise to the scandalous process, the first part of which has ended with the verdict of innocence given in favor of the Marquis.
It was already seen, from the first session, that Oscar Wilde, despite having in his support the assistance of Sir Edward Clarke, one of the first lawyers of the English forum, turned from accuser to defendant.
Indeed; the testimonies accumulated by the defense of Lord Queensberry are of such a nature that they have made it perfectly clear that Oscar Wilde has long been engaged in repugnant vices, and that one of the companions who lived in shameful intimacy with him was the young man Lord Alfred Douglas, youngest son of the Marquess of Queensberry.
The natural desire of the unfortunate father to separate his son from the friendship of Oscar Wilde has been the cause that, after several unsuccessful attempts to achieve it, he has decided to insult him publicly, with the deliberate intention that well before the courts or otherwise know what was happening.
Wilde's cross-examination, conducted at the first session by Mr. Carson, the Marquis's attorney, made the facts clear.
Under English law, witnesses are cross-examined successively by counsel for both parties. The judge can only ask supplementary questions to fully illustrate the point that is the subject of the cross-examination.
The mission of the Queensberry solicitor, carried out with consummate skill, consisted in ordering his questions in such a way that Wilde himself, who was then appearing as a witness, would reveal, in answering them, the facts with which he is accused.
This kind of single combat, in which cunning and caution play such an important part, ended with a complete triumph for the Marquis's lawyer.
The disgusting ideas supported by Oscar Wilde in some of his works, such as Dorian Grey; his collaboration in a magazine entitled El Camaleón, in which Lord Alfredo Douglas also wrote; the analysis of a story published in this magazine with the title of The Priest and the Acolyte, which deals with shameful vices: some letters from Wilde to the young lord, letters capable of making the most perverted man blush, and finally, the long list of the writer's young friends and protégés, most of them of a very humble position, unemployed servants, and even a newsboy, but all of them from sixteen to twenty years old; This repugnant enumeration accentuated from time to time by such a cynical response from Wilde, demonstrated without leaving a doubt, a social state full of rottenness, in which the well-known British writer has the sad privilege of appearing in the first place.
At the second sitting Wilde's solicitor, Sir Edward Clarke, read a letter from the Marquess of Queensberry to his father-in-law, in which there are two allusions to Lord Rosebery which, while not very flattering, have nothing to do with the cause at hand. motivates the process.
The noble Marquess, who does not hesitate when he picks up his pen, speaks with great disregard not only of Rosebery but also of the great old man, of Mr. Gladstone, and without restraint, even of the queen herself.
As a result of reading this letter, some newspaper correspondents said that Lord Rosebery appeared involved in the process; but the Marquis's lawyer later explained that his client's dislike for the Prime Minister was due solely to political causes.
Sir Edward Clarke also read other letters from the Marquess of Queensberry to his son, letters dictated out of indignation and shame at his son's conduct.
The young Lord Alfred answers these letters, now in insulting telegrams, now with postcards, in which he says to his father, so that all the world may read it, that he is master of his actions and that he will prosecute himself in public with Oscar. Wilde or whoever you like; and that if his father tries to mistreat him, as he has threatened, he must understand that he always carries a loaded revolver to fend off aggression. "The day you are gone - he says - few people will miss you."
While the lawyer reads this letter, the Marquis has his eyes fixed on a corner of the room, where he sees a slim blond young man, with a delicate appearance, who tried to avoid the gaze of the aristocrat. That young man is none other than Lord Alfred himself, whom the justly irritated Marquis calls in his letters my son...
The end of the process was truly theatrical.
The Marquis's lawyer resumed his defense saying that, given that the juries were not convinced by the facts cited and recognized by Oscar Wilde, he had brought some of the writer's young accomplices, who were only awaiting the court's consent. to make a statement.
Then Sir Edward Clarke, Wilde's solicitor, arose, and in a trembling voice declared on behalf of his client that he withdrew the complaint, and that he admitted to be true the libelous accusations made thereon.
Immediately afterwards and prior to Mr. Carson's acceptance, the jury returned a verdict of not guilty in favor of the Marquis, who was immediately released.
Then, and when everything was thought to be over, the marquis's solicitor sends a valid accusation against Wilde to the public prosecutor's office, including the statements made in court.
Meanwhile Oscar Wilde, who had gone four in the afternoon to the Cadogan Hotel, on Sloan Street, was on duty at six in the evening.
The two detectives charged with apprehending him found him in the company of the Marquess's two sons, Lord Douglas of Hawick (the Eldest since Viscount Drumlanrig's death), and Lord Alfred.
Mr. Wilde was lying on a chaise longue smoking. When one of the agents explained the purpose of her visit, she asked where they were going to take her.
- To Scotland Yard.
- Will I be locked up all night?
- Yes.
- Can I get out on bail?
- I can't answer
you.
- Can I smoke?
- We do not know.
Lord Alfred offered a large surety, but it was not accepted, as the telegraph already said.
The crime for which Mr. Wilde will have to answer comes on the English penal scale immediately after the murder.
If his guilt is proven, he may be sentenced to sentences that vary between ten years in prison or life in prison. If only guilty of a coma of the same crime, the penalty varies between a maximum of ten years and a minimum of three years in prison.
The directors of London Theaters where plays by Oscar Wilde, An Ideal Husband, at the Haymarket Theater, and The Importance of Being Serious, at St. James's, are currently performing, have withdrawn their names from the posters.
Oddly enough, Oscar Wilde is married [...] in 1884 to the daughter of a rich banker, by whom he has two children.
As a writer he has achieved great success, especially on the stage. But it must be agreed that none of his literary works will give him as much celebrity as he has achieved with this process.